Para mí criar hoy, en una frase, significa: “Las madres, no podemos más”. Sé que no es la realidad de todas, si no la de algunas de nosotras, que sentimos realmente, que acompañar a nuestras criaturas en el contexto social actual, agravado con la crisis sanitaria, es una tarea con una demanda infinitamente mayor de la que podemos abarcar sin que se vea afectada nuestra salud física y/o psicológica.
Algunas de nosotras lo definimos así:
“Criar es un trabajo no reconocido, no remunerado, agotador cuando lo haces en solitario, el modelo en pareja, también me sigue pareciendo solitario. Es un punto de inflexión en la vida para constatar que somos seres interdependientes y que toda fantasía de individualidad es sólo momentánea.”
“Intensidad! Intensidad emocional, experiencia brutal. Muy grande en todos los sentidos.”
“Hacer malabares, buscar el equilibrio para llegar a todo con la sensación de no llegar realmente al nivel de desempeño que te gustaría en ninguno de tus roles.”
“Criar en esta sociedad es estar en una lucha constante, entre lo que te pide el cuerpo (necesidades biológicas de madre y criatura) y las exigencias de esta sociedad para con las madres. Cuando eres madre la sociedad te aparta y aísla, y este aislamiento crece exponencialmente y con violencia cuando te sales de la forma de crianza normalizada.”
A pesar de esto, también veo que hay caminos que nos pueden llevar a otros lugares. Reunirnos y unirnos con otras mujeres, con quienes sea posible crear lazos y sistemas de ayuda mutua.
Conectar con nosotras mismas, con nuestra historia, con nuestro cuerpo y emociones.
Ampliar la visión del contexto en el que criamos y de cómo nuestras criaturas se ven afectadas en este entorno.
Este es quizás, un sueño para mí y también un llamado al resto de mujeres, madres y familias, sí, podemos cambiar y caminar hacia una sociedad más orgánica y amorosa con nosotr@s y con nuestr@s menores.